Rumia la mar, en su calma,
tempestades;
compone galernas,
huracanes fabulosos,
sueña ímpetus futuros,
embates furibundos.
¡Cuánto despliegue formidable
-oculto bajo su piel serena-
en la fragua abisal
de su profundidad
forja con mecánica paciencia!
Incauto quien ignore
a la mar en su potencia:
nada se oponga a su fuerza.
Javier Noriega
lunes, 30 de marzo de 2009
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